miércoles, 18 de enero de 2012

Mendigar

Son las 7:30 de la mañana y como todos los días que son laborables y siendo una persona afortunada, que queda fuera del grupo de cinco millones que no pueden hacerlo, salgo de mi casa con intención de ir a trabajar.

En este tiempo es de noche y de forma rutinaria, casi todos los días, encuentro en mi camino a la misma gente que va a los mismos sitios. Unos están esperando el autobús que los llevará a la fabrica en el Polígono, otros están tomando su café de mañana, en el bar de la esquina, algunos ya están trabajando y limpian nuestras calles, que a lo largo del día volveremos, con poca urbanidad, a ensuciar.

Muchos días coincidimos esos aventureros que un día decidieron lanzarse a la calle a correr y que ahora lo hacen con ilusión y con nuevos retos, no muy claros todavía, para este nuevo año.

Pero hoy ha sido diferente y algo ha cambiado. Cuando tan apenas había andado unos metros desde la puerta de mi casa, alguien me ha parado, a simple vista lo podría calificar de extraño, mal vestido, sucio y balbuceando en su cansino hablar.

Después de repetir tres veces si podía ayudarle, con voz entrecortada, por el frío, por el alcohol o por miedo, me ha empezado a contar que necesitaba dinero para ir no se donde a ver a no se quien.

Y la verdad, los tiempos no están para fiarse de nadie, por eso le he cortado su explicación, diciéndole que me tenía que ir a trabajar y acelerando el paso, lo he dejado colgado, buscando otro objetivo cercano.

Yo podía ir a trabajar, él no podía o no quería, no lo sé....los años te hacen ser desconfiado y pierdes esa nostalgia o esa duda que quizás hace unos años, me hubiera hecho soltar un miserable euro y lanzarselo a la mano, ¿para ayudarle?. Quizás para tomar un carajillo.

Después sigues tu camino y vas pensando si has hecho bien o te has comportado mal. Terrible dilema que por un rato, al menos hasta que otra historia invada tu cerebro, te molesta y al final, para calmar ese cierto temor, piensas que no se puede ayudar a todo el que te lo pide y que, si lo hicieras, estarías todo el día abriendo tu cartera.

Pero en el fondo te sientes mal, piensas que todo esto no es justo y lamentas estas situaciones, que por desgracia hoy abundad y que día a día y hasta que esto no empiece a cambiar, van a ser más numerosas y es posible, que a corto plazo, aunque haga frío, tenga que volver a coger la moto para ir a trabajar y no tener que enfrentarme a estos dilemas.



4 comentarios:

  1. Uf......no sé que decirte, cuando he bajado alguna vez al Aldi, le echaba al señor que estaba allí algo....pero como dices...si tuvieras que dar a todos....esta sociedad que vivimos nos ha enseñado a desconfiar de todo y todos....de lo malo malo, ojalá esta crisis nos sirva para hacer una cura de humildad......Un abrazo!

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  2. La bondad, natural inclinación a hacer el bien, (DRAE) nunca está de más... Existe en la vida una delgadísima línea cuasi imperceptible que nos acerca al abismo... Por cierto,
    DESBARRUNTADOR, te sugiero que no cojas la moto, que no ignores estampas como ésta, que es la vida misma, más real y próxima que realidades virtuales que nos ocultan el pie de calle... Sé que seguirás yendo a trabajar andando, y tú también lo sabes...

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  3. Si te sientes mal, o con cargo de conciencia por no dar esa limosna, yo te recomiendo que pienses que no todo el mundo que pasa necesidad pide limosna. Y hay mucha gente que lo pasa mal: inmigrantes sin el colchón que proporciona la familia, parados de larga duración... Yo lo que hago es contribuir a Cáritas. Sé que el dinero que doy servirá para ayudar a pagar un alquiler o para cualquier otro fin práctico y concreto. es nuestro deber y nuestra obligación moral.

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  4. Gracias por vuestros comentarios. Sin lugar a dudas aportan nuevas sensaciones a este complicado tema.
    Desconfianza es la palabra. Ahora hay un señor que TODOS los días, con su cigarro en la mano, pide en la c/ San Ramón...¿tengo que darle todos los días?¿para que siga fumando?. Mucha gente que no sale a la calle seguro que los necesita más.
    Primo1.....seguire "caminando" ya que el andar, a parte de beneficios para la salud, me aporta contacto humano.
    Hasta la aportación a Caritas nos genera desconfianza. Lo se porque muchas veces he oído ese comentario en la calle.
    Complicado, complicado.....al menos para mi.

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